racismo y xenofobia

El racismo: una lacra que nos indigna y nos une en la lucha

El racismo es una realidad desgarradora que persiste en nuestra sociedad actual. Es un fenómeno que no solo afecta a las personas directamente involucradas, sino que también causa un profundo malestar en aquellos que presencian actos discriminatorios y prejuicios basados en el color de piel, la etnia o la nacionalidad.

El valor de la igualdad: Como seres humanos, creemos en la igualdad y en la idea de que todos merecemos el mismo respeto y las mismas oportunidades, sin importar nuestra apariencia física o nuestro origen étnico. El racismo va en contra de estos valores fundamentales y nos enfada porque representa una negación de la igualdad y perpetúa la injusticia.

El impacto humano: El racismo no solo causa daño emocional y psicológico a las personas que son víctimas de discriminación, sino que también genera un efecto negativo en la sociedad en su conjunto. Nos enfada ver cómo el racismo limita el potencial de las personas, les impide alcanzar sus metas y contribuir plenamente a la sociedad. Además, nos indigna la injusticia de que alguien sea juzgado y tratado de manera diferente simplemente por su raza o etnia.

La importancia de la empatía: Al presenciar actos racistas, surge en nosotros una profunda indignación debido a la empatía que sentimos hacia las personas afectadas. Imaginarnos en su lugar nos hace conscientes del dolor y la frustración que experimentan, lo cual nos impulsa a alzar la voz en contra de la discriminación y trabajar por un mundo más justo e inclusivo.

La responsabilidad colectiva: Sentir indignación hacia el racismo nos lleva a reconocer que todos tenemos una responsabilidad colectiva en la lucha contra esta problemática. No podemos quedarnos indiferentes ante la injusticia, sino que debemos unirnos y trabajar juntos para erradicar el racismo de nuestras comunidades. La indignación es el motor que impulsa la acción y nos motiva a educar, sensibilizar y promover la igualdad racial.

Racismo vs Xenofobia:

No falta quien, más bien abundan quienes de alguna forma se escudan, justifican o simplemente diferencian con que no es racismo sino xenofobia (sic) o al menos intentan matizarlo, para muestra este artículo. Mismo que incluso nos transporta a una especie de ensayo en pdf sobre la “complejidad del tema”.

Lo anterior me tiene entre recordar un chiste que contábamos de pequeños, ese que decía que un hombre se llamaba juan caca y ante la recomendación unánime de cambiarse el nombre un día llego con que se llamaba pedro caca…

Y es que hay veces en que para ser doblemente ciego, hay que esforzarse… y no poco.

Ciegos por que no ven el común denominador en ambas acciones y no nos engañemos, eso se llama marear la perdiz. Eso se llama hacerse tonto por partida doble.

Por que lo que precisamente hace indeseable esta actitud que por procedimientos y resultados sea exactamente la misma no son los matices ni las milongas veraniegas, sino el común denominador que tiene y que no es otro que despreciar a una persona y no con poca violencia. De forma además super injusta.

Esto aún más acentuado cuando el racista o xenófobo en cambio cree que el mundo le espera con las puertas y brazos abiertos. No obstante lo más desgarrador de todo, es ser conscientes del destino que se están labrando ellos mismos y del cual difícilmente se podrán safar, por que; tuve sed y no me disteis de beber, tuve hambre y no me disteis de comer…

Me sentí solo y me echaron montón…