Fiducia supplicans, un pasaporte al infierno

Solía decirse que “se decía el pecado pero no el pecador”, bien.

Ahora se nos quiere decir que se bendice al pecador pero no al pecado.

¿Bien?

Pecadores somos todos, ¿y cuándo se nos bendice?

Cuando recibimos la absolución con el firme propósito de enmienda.

Y eso es en la confesión.

La confesión es contrita y no en cambio cínica.

De modo que se bendice al pecado y no al pecador cuando alguien recibe una bendición sin propósito de enmienda.

9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,
10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios.

San Pablo a los corintios 9-10

 

Y también se bendice al pecado y no al pecador, cuando el sacerdote lejos de advertir del grave peligro que se corre, llama falsamente “bendición” a una por lo menos omisión.

Y esto no es para discutir con nadie, ni siquiera con un cardenal.

Ni tiene sentido ni es mi intención.

Se puede discutir cuando ambas partes buscan la verdad.

Y cuando no, no…

Un profesor no advierte a un alumno réprobo de su situación ni del peligro que corre de ser expulsado de la universidad, sino que lo “bendice”. Llegarán los exámenes y pasará lo que tiene que pasar…

 

¿Qué clase de profesor sería este?

Todos confían en que su mentoría ayude al joven a ser una persona de provecho y con futuro. Y en cambio le empuja al fracaso…

No es una cuestión realmente de ser católicos o no… sino que sencillamente y en cualquier campo o Institución, de una manera más que clara se iría en contra tanto de sus reglas como del sentido común, con acciones como esta.

Pero pongamos atención el algo…

En que tampoco los borrachos, ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los ultrajadores, etcétera, etcétera.

Entrarán al Reino de los Cielos.