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Janitzio casi seco, a punto de dejar de ser isla
Tanto la otrora Isla de Janitzio en toda regla, como la extinción del Lago de Pátzcuaro a la que estamos asistiendo, es tan solo una señal de la cuarta putrefacción que esta sufriendo México.
Si bien el significado de la palabra transformación es simplemente modificar un estado actual por uno diferente… cuando hablamos de una transformación a nivel país y a nivel cultura, hablamos de una serie de cambios importantes y siempre se entiende que en un sentido positivo.
Sin embargo, una transformación no se materializa por la simple ocurrencia de un hombre, y esto es así independientemente de si tiene otros números o de si tiene partidarios o no.
No importa.
Llámese la primera transformación, la cuarta transformación o la penúltima y nos vamos… da igual.
Aunque esta transformación tiene mucho más pinta de ser la penúltima, por cierto.
En cambio, cuando algo sí se transforma pero en algo peor, como por ejemplo un animal muerto en mitad de la carretera, es mucho más propio decir “cuarta putrefacción” y no “cuarta transformación”.
Y así como una transformación no es por la ocurrencia de un hombre, así como de ninguna manera se le puede responsabilizar tampoco a ese solo hombre.
Una transformación real no es por ocurrencia ni se da de un día para otro.
López Obrador o sus asesores le pusieron nombre a una ocurrencia, solo eso… pero la transformación ya venía de mucho tiempo atrás.
Y la culpa es de muchos, no solo de él.
De la mayoría…
Y así como el mal olor y la pestilencia, o bien la carne engusanada y la podredumbre, son tan solo indicadores de que un cadáver se está transformando, en nada… así casos como este en que el Lago de Pátzcuaro o la Isla de Janitzio se están transformando en nada también, solo son indicadores de la transformación real que está sufriendo el país entero.
Basta mirar atrás o recordar viejas canciones y comparar con lo que la gente escucha ahora… recordar los parques en que los niños jugaban tranquilos…
Ahora veamos como lucía el Lago de Pátzcuaro y su Isla de Janitzio en alguna fotografía de esos mismos años, y comparémosla con una de ahora…
Repitan el ejercicio con cuanto se les ocurra…
No soy futbolero, pero miren a la selección…
Los resultados serán los mismos y siempre en el mismo sentido.
La “transformación” está ahí…
La real…
Ahora vean a las personas y sus verdaderos “valores”…
Ahora miremos al espejo…
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Un pueblo como el purépecha, que se formó a las orillas del Lago de Pátzcuaro que agoniza y del cual estamos asistiendo a su extinción, no puede menos que agonizar también.
Es cuanto menos triste.
Muy triste.
El lago es solo un indicador.
Aunque después de todo son ellos los que viven ahí.
En un Lago como el de Pátzcuaro, que se formó hace miles de años en una región de intensa actividad volcánica, y que encontró su final en unas cuántas décadas.
Sus niveles de hasta 11 metros de profundidad no llegan más allá de la humedad que pueda haber en el ambiente en muchas de sus zonas.
Y esto también es así por más que tengan otros números.
Es desgarrador ver como México es especialista en crear lugares maravillosos, tan mágicos que uno no hace más que dar gracias al Creador.
Y en cambio los mexicanos son especialistas en destruirlo todo, y especialmente todo lo que tiene que ver con agua, esa agua que riega las semillas de la civilización.
¿O se pensaban que cuando dije México me refería a los mexicanos?
Nada de eso.
Basta con ver el extinto Lago de Texoco, el Río Piedad, el Río de Los Remedios, el Río Lerma todo lleno de mierda y un sinnúmero de ríos que se utilizan para regar de aguas negras por todo el país. Las cascadas del Salto en Jalisco, el mismo terregal del otrora hermosísimo Lago de Cuitzeo, y ahora lo inevitable en Pátzcuaro.
Hace poco más de diez años que estuve por última vez en Pátzcuaro… recuerdo muy bien que cuando me fui lo miré por última vez y me dije, cuando vuelva Janitzio ya no será una isla.
Mejor aquí me despido…
Pero tengan en cuenta una cosa, aunque se que es necedad por mi parte decirla…
Tan solo un tiro al aire…pero la extinción del Lago de Pátzcuaro… es solo un indicador…
La verdadera transformación está en marcha… y en ese sentido purépechas somos todos…
Requiem por La Isla de Janitzio
Hablando de transformaciones, debemos tener cuidado con las palabras que escuchamos y que decimos.
Y hacer caso de lo que vemos, sin dejarnos nublar la vista ni el entendimiento… que no por mucho que se repitan…
Esto que está pasando en Pátzcuaro ya era anunciado y nadie hizo caso.
Ni hará…
Estamos en un escenario en donde ni las ganas ni las capacidades reales coinciden para dar una soluciones también reales.
Les contaré una “Pincelada” de las que solía escribir un amigo muy cercano a mi familia, Pbro. Justo López Melús y que en gloria esté.
Solía contar que alguno de esos pintores del Renacimiento, salió un día a buscar a un modelo para que representara a San Juan. Esto en una obra sobre la última cena que estaba pintando.
Necesitaba un joven con cara alegre y llena de caridad y amor al prójimo, una mirada inocente y sin maldad.
Así fue pasando el tiempo mientras iba pintando a cada uno de los apóstoles, hasta que llegó el tiempo de pintar a Judas.
Salió pues a la calle en busca de su modelo y fue que encontró a un hombre con mirada turbia, desesperanzada y llena de maldad.
El pintor le hablo de su obra y le preguntó si querría ayudarle a representar a Judas.
Fue que de pronto aquel hombre comenzó a llorar amargamente y sin consuelo…
— ¿por qué lloras de esa forma? — preguntó sorprendido el pintor.
— yo soy aquel joven que le sirvió hace años para retratar a San Juan…