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La dictadura de los mercados

Mucho se habla al respecto. Sobre todo desde la caída de Lehman Brothers y la ulterior crisis llamada del 2008 en que las agencias calificadoras tomaron especial renombre, los famosos mercados han cobrado vida propia. Se han revestido de un halo de perfección, se les toma de referencia para todo, en caso de controversia; lo que digan los mercados. ¿Pero no que los mercados eran controlados por unos cuantos y por eso tanta regulación?

¿Quién entonces está ejerciendo realmente esa dictadura? Cuesta creer que sea la oferta y la demanda o su relación entre ambas la que es capaz de endeudar a niveles estratosféricos a las naciones, al punto de hacerlas perder su libertad y soberanía, obligándoles a tomar decisiones que van en contra de sus mismos interéses.

Endeudarlas de tal forma que matemáticamente sean incapaces de algún día saldar sus deudas, ya que este día matemáticamente también, cada vez es más lejano. Esto debido a la naturaleza exponencial de ambas.

No es creíble que siendo esta; la relación entre la oferta y la demanda y su natural y constante busqueda del punto de equilibrio, la que sea capaz de generar semejante desequilibrio, semejante injusticia social, semejante dolor humano. No es creíble que sea capaz de abrir semejantes brechas abismales de tal forma que jamás podrían ser cerradas, ni tan siquiera acercarlas tan solo un poco.

“Una deuda con usura hace el mismo daño a nivel económico, que una bomba nuclear a nivel físico. Esto por la naturaleza exponencial de ambas”

 

¿Cómo comenzó todo? Cuando hablamos de fuerzas exponenciales, basta generar una pequeña injusticia para que esta se convierta en una bola de nieve, en una avalancha tan grande que cada esfuerzo que hagamos por librarnos no hará más que gastar nuestras energías cada vez más.

En el momento en que una persona le dice a otra, mi trabajo vale más que el tuyo y esto por los motivos que sean, termina siendo aceptado. En ese momento se crea la injusticia y la fuerza se libera. Recordemos que para generar una gran reacción en cadena es necesario generar una pequeña reacción en cadena.

En el momento en que un hombre o un grupo de hombres dicen que su esfuerzo por colocar una piedra debe ser mejor pagado que el mismo esfuerzo y la misma piedra en el mismo lugar de otro hombre o grupo de hombres, se desata dicha fuerza de tal forma que en poco tiempo, el primer grupo ni siquiera trabajara ni hara el más mínimo esfuerzo para colocar las piedras en donde ellos quieran.

En ese momento todo el dinero será de unos, y todo el trabajo será de otros, pero estos además perderán la libertad. Esta también a niveles exponenciales, y con ello también la dignidad. Una cosa es clara, los primeros tienen nombre y apellido, a los segundos ni eso les quedará.

Solo resta hacer notar una cosa; si Roma no paga traidores, el “mercado” menos. Lo quiere todo y a todos, a todos sin excepción.

Martín Garatuza