Recientemente ha crecido el interés por parte de la banca privada en comprar metales preciosos.
Se cuenta que cuando los primeros españoles arribaron a las islas en donde habitaban los taínos se dio el intercambio de espejos por oro…
Existen no muchos autores pero sí entusiastas que desde hace muchos años han pretendido extender esos hechos que presumiblemente se dieron en las islas caribeñas al resto de Las Américas, todo esto a cambio de sentirse inteligente por un instante. Y esto no tanto por inteligencia propia sino a costa de la supuesta falta de esta misma por parte de los taínos.
En realidad en estos intercambios seguramente a los taínos les parecería un buen trato, seguramente hasta divertido. Después de todo es claro que tenían oro y no espejos, y más claro aún que en el consenso o percepción de los precios tanto del oro como de los espejos entre ambas partes, existía un desbalance.
Cosas de mercado…
El mercado siempre eficiente intenta, siempre que lo dejen… establecer ese consenso en donde cada activo experimenta cambios en sus precios debido a cualquier cosa o evento que pueda incidir en el mismo, un poco la Teoría de Dow.
Resulta a veces malintencionado culpar a aquellos taínos por sus a nuestro parecer, desventajosos tratos. Hoy en día no faltan, incluso sobran las personas y comerciantes que sienten una especial satisfacción cuando engañan a su comprador o cliente independientemente de si el trato era o no era justo.
La cuestión viene cuando hoy día, todo el mundo se jacta de su inteligencia y capacidad histórica de abusar de otros pueblos si acaso más inocentes. Y es todo el mundo también quien invierte su oro o incluso llega al despropósito de vender su casa para comprar oro inexistente o derivados de acciones de una empresa de papel en las Instituciones Financieras de Wall Street. Que no la acción ni siquiera… o simplemente cambia su oro por papel…
Bien podríamos llamarle espejos virtuales…
El motivo sin duda es la esperanza de que el activo suba su cotización como espuma y así poderse enriquecer sin dar palo al agua.
¿No sería que los antiguos taínos pensarían lo mismo dado que hablando de espejos en las islas del caribe, sin duda se trataba de un producto novedoso?
Tal vez solo fue una mala inversión… pero, bajo las mismas normas que se les han aplicado durante años…
¿Quién es más tonto?
Solía decir un comerciante por las mañanas… que me encuentre a alguien un tantito así más tonto que yo…
Martín Garatuza