“Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar a todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo.”
Esta es la terrible visión que el Papa León XIII, experimentó el 13 de octubre de 1884, justo después de celebrar la Santa Eucaristía.
Unos pocos años más tarde el franciscano San Maximiliano María Kolbe, quien murió voluntariamente en lugar de Franciszek Gajowniczek en el campo alemán de concentración de Auschwitz. Escuchó a los enemigos de la Iglesia decir que dentro de 100 años tomarían el poder en el Vaticano..
Por las mismas fechas se aparece la Santísima Virgen en Cova de Iría, Fátima, en donde los tres niños videntes describen una visión en la que un “Obispo vestido de blanco”, camina entre una ciudad en ruinas y cuerpos de mártires hacia una cruz tosca en la cima de una montaña. En el camino, es asesinado junto con otros clérigos, religiosos y laicos.
Y finalmente por ahora, la lista de San Malaquías de Armagh, termina con esta grave sentencia:
“En la última persecución de la Santa Iglesia Romana,
allí se sentará Pedro el Romano,
quien pastoreará sus ovejas en muchas tribulaciones
y cuando estas cosas han sucedido,
la ciudad de siete colinas será destruida
y el terrible juez juzgará a su pueblo. Fin.”
Mucho se ha hablado de esta misteriosa alusión, Pedro el Romano…
Pero, ¿que tienen en común todas las referencias que hemos repasado con San Pedro, primer Papa de la Iglesia?
El martirio.

Es por eso que después de la Gloria del Olivo, en donde se hace una clara alusión al pasaje evangélico del Prendimiento de Jesús en el huerto…. sigue el cúlmen en la cima de una montaña, como describen los tres niños de Fátima.
Y de ahí sigue Pedro el romano…
Justo cuando han pasado ya esos cien años que predijo el Papa León XIII, viene un Papa que toma el nombre de León XIV.
Pero quiero hacer notar un par de detalles que tal vez han pasado desapercibidos para muchos.
Uno es que su Cruz Papal, que es la misma que ya usaba de Cardenal, lejos de ser ambigua encierra al menos dos claves que son de llamar la atención.
Una de ellas es lleva una reliquia de Bartolomé Menocchio, sacristán Papal de principios del siglo XIX quien destacó por ser el único en no jurar fidelidad a Napoleón Bonaparte, tomar nota de esto…
Y una reliquia más perteneciente a Anselmo Polanco, Obispo de Teruel y mártir por la fe durante la guerra civil española, y quien sentenció:
“Mientras quede una sola alma de mi diócesis, me quedaré…”

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